Con frecuencia se baila entre los salvajes, para atenerse la protección de un espectro o demonio o para rechazarlos. Se celebran en pleno día, por ejemplo: los australianos en honor del temido demonio Mariedi para obtener su pavor.
Danzando en una hilera penetran los hombres y mujeres con atavios y varitas emplumadas, en un lugar donde hay tres figuras del genio cuyo favor se busca, esculpidos en cortezas y pintados y lo rodean bailando y finalmente tocan respetuosamente con sus varitas al ídolo mayor. En resumen los salvajes bailaran para la partida a la guerra, a su regreso, a una expedición de caza, al encuentro con una tribu amiga, la vendimia, la imaginación de una pesca de ostras, las bodas, al recibir un huésped para fumar una pina, en las cosechas y con los actos significativos de la vida.
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