Los monumentos egipcios representan a los danzantes por lo general de a dos y en graciosos movimientos simétricos de pies y manos. Sus bailes sagrados tenían carácter astronómico. Representaban el suelo de los astros y la armonía de sus movimientos. Tenían también bailes bélicos. Los cananeos bailaban alrededor de la diosa Astarte. El dios Baal era llamado Baal Markod ( Baal de la danza) en el templo que se tenía consagrado para que se le bailara. Entre los hebreos el baile estaba muy arraigado en las costumbres, no menos de ocho versos hebreos hay para indicarlos.
María, hermana de Moisés, se mostró hábil en cantar y bailar luego del paso del Mar Rojo (Exodo VI).
En el viaje por los desiertos del pueblo judío bailó alrededor del Becerro de oro (Exodo XXXII).
De ordinario eran solo mujeres las danzantes, pero en determinadas ocaciones bailaban también los hombres. Había bailes religiosos tales como los bailes de las hijas de Silo, que en el día de las fiestas de Josué salían bailando las niñas (Jueces XXI).
Los que acompañados de cantos y bailes se celebran en el templo después de restaurado (Salmo 149).
Los de los sacerdotes de Baal en el templo de Elías (III de Reyes XVIII).
Los bailes del atrio del templo por los israelitas después que volvieron del cautiverio y con motivo de las fiestas de los Tabernáculos, el propio David bailó con entusiasmo delante de Area, al ver restituído a Jerusalem (II de los Reyes VI).
También tenían las danzas profanas celebradas con motivo de las vendimias o después de una victoria, como el baile de las mujeres de Israel después del triunfo de David sobre Goliat, y en banquetes solemnes como el de la hija de Herodes (danza de los siete velos) con la siguiente degollación del Bautista.
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