En la india la danza es precedida por una oración solemne que se repite 4 veces, aún cuando se ejecuta en calidad de espectáculo público. La danza sin oración se considera vulgar, el que observa se encarnará en el cuerpo de un animal.
El arte superior de la danza, el gesto, se originó en la India hace miles de años, pasó al Este, siglo XVIII. Se forjó este arte en un rígido sistema de reglas fijas. Establecen un lenguaje de gestos en los que según el tema y la creación expresados las distintas partes del cuerpo abarcan todo el campo de la danza dramática. El sacudimiento de la cabeza, por ejemplo, significa negación, determinadas miradas en una dirección significan piedad, sorpresa, indiferencia, frialdad, fuego, impaciencia. Se asignan cuatro movimientos para el cuello, otros movimientos a las cejas y a los ojos, pero sobre todo y principalmente a las manos. Las manos retratan no solo emociones y motivos dramáticos sino también simbólicos, por ejemplo: nube, noche, bosque, río, viento, luz, silencio. Inclinación hacia atrás: travesura, fuerte luz solar, caminar por la calle, cortar, etc. Estas danzas nos llenan de júbilo porque somos sensibles a sus efectos estéticos pero notamos que son insuficientes. La máscara pierde poco a poco su importancia en Asia pero su retiro no significa ningún adelanto para la mímica facial. En las danzas sin máscara en el sudoeste del continente asiático requieren del bailarín una inmovilidad absoluta del rostro.
Comprende la danza en la India y escuela Bharata, natyan o devadasiatlam que es una danza cortesana que se practicaba en el sur de la India Kathakali, es la danza teatral que se practica en el sur también Katak que es algo asi como una danza rotativa o giratoria del Norte y Manifuri la danza vibrante, sinuosa y a veces potente del Estado de Asma en el noreste. Aparte de las danzas populares, los temas suelen tomarse del “Ramayana”, el “Malabarata” y el “Gitagovinda”. Como se sabe, el Ramayana es un célebre poema sánscrito, épico y religioso, atribuído a Valmiki, que consta de 28.000 estrofas en que se cantan las hazañas de “Rama”, séptima encarnación de Vighnú.
Mahabarata es una gran epopeya sánscrita de perfiles religiosos y se erige como uno de los poemas más antiguos de la India. Consta de 220.000 versos y tiene por tema la guerra de los “Kurres y Pandavaí” que pelean por la posesión del hastimojira y la Gitagovinda. Es un poema lírico dramático escrito en sánscrito donde narra las infidelidades de “Krishna” con su espos Radha, los celos de ella, la separación y la reconciliación final. Es una especie de cantar de los cantares de la india. A propósito de Krishna y Padha, Anna Pavlova le solicitó a “Uday Shan Rar”, tal vez el más esclarecido bailarín del siglo, colaboración para crear un ballet sobre el tema en el cual él también intervino. Los personajes que suelen intervenir con “Ziva” o “Maha” (el gran dios), al cual se lo representa de varias maneras en el arte indio: la creación, la conservación y la destrucción.
Aparece bajo dos aspectos: como el dios y como el ser humano. Suele aparecer con cinco rostros y cuatro brazos. Es de carecer fuerte, susceptible a los encantos femeninos y ama el poder material. Sufre con la muerte de su esposa Parvati y se convierte en viajero errante hasta que la reencarnación de ella se produce en el monte “Raliza”. Una danza muy antigua “La del sol poniente” exhibe todas sus cualidades. Se la ejecuta con profunda devoción sobre una montaña a la puesta del sol por toda clase de personas. Desde Maharajaes hasta sabios menesterosos.
Un célebre bailarín de nuestros días Ram Gomal ha brindado una interpretación inolvidable de este solo cuyo mérito principal es el de haber velado en la esencia de Ziva. Otro personaje que interviene frecuentemente es “Krishna” ya citado al tratar el Gitogovinda. Es la octava reencarnación de Vichnú dios supremo de las llanuras Ganges, segón termino de la trinidad india en la que desempeña el papel de conservador del mundo alma universal presente en todo omnisciente y protector del sacrificio.
Tiene 1000 nombres y son 10 sus encarnaciones. Se representa a Krishna como el dios azul enviado al mundo para salvarlo del demonio. Kanza llega a ser legislador diplomático y soldado. Pero el Krishna real y auténtico amado por millones de indios es el infante Gopinath.
Travieso e ingenioso y el adolescente que cuida el ganado y juega alegremente con otros pastores, importuna a las lecheras y sale sano y salvo de los enredos con ayuda de la música celestial que invoca mediante su flauta.
La danza india se concentra en la parte superior del cuerpo del ser humano. Este concepto puede hacerse extensivo a toda la daza oriental. Las extremidades inferiores requieren también su técnica. Los movimientos superiores son: el talle (Kati), hombres (Koksa), cuello (Criva), brazos (Vartanam), manos (asta mudras). Las expresiones faciales (Mukhaja) incluyen con los correspondientes significados de las cejas, ojos, nariz, mejilla, boca, mentón.
Por fin los golpes en el piso dando con los pies n especial a descompás. Existen 9 movimientos básicos de cabeza, 8 tipos de miradas, 6 de cejas, 5 de cuello y no menos de 4000 simples y combinados de manos.
Los cascabeles que los bailarines sujetan alrededor de los tobillos serán de bronce, cobre o plata, de tono dulce, de buen formato y pequeños. Se usan 100 para el derecho y 200 para el izquierdo. El baile se practica descalzo y cuando al bailarín se lo enviste con los cascabeles significa que ha adoptado la danza como carrera profesional.
La música constituye un culto y es muy extraña para los oidos occidentales pues emplea una escala de intervalos inferiores al semitono. Los principales instrumentos son de cuerdas, tambores y la flauta; y un conjunto de 12 boles de porcelana de diversos tamaños que se llenan de agua y cuyos bordes se percuten con pequeñas varas lo que permite la ejecución de la melodía. Existen argentinos que practican la danza de la India, entre ellos Mirtha Barvie inquieta y estudiosa bailarina que se documentó en ese país y que logró alcanzar la sutileza que ella propone. Alejandro Ginet, un verdadero especialista en la materia cuyo Krishmatandra ofreció Oscar Araiz en 1969. Esta composición fue un dechado de finura, calidez e inspiración.
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