La edad contemporánea comprende desde la Revolución Francesa hasta nuestros días. Durante el siglo XIX se encuentran dos tendencias, ellas son: la escuela italiana y la francesa. La italiana tenía como fin de enseñanza cultivar la técnica, preparar virtuosos, verdaderos acróbatas, alcanzando la perfección en puntas y piruetas. La francesa en cambio, exaltaba la elevación y la elegancia tradicional de los ballets Franceses. Se pasó todo el siglo XIX entre el virtuosismo y el sentimiento razonado. Hubo un cambio fundamental en los trajes de ballet, se realizaron plenamente los sueños de Noverre y de Selle. Vestidos livianos de muselina como túnicas griegas que dejaban adivinar las líneas del cuerpo, además del cambio de indumentaria, Francia quitó el carácter oficial a la Academia, como por ejemplo: “La Marseillesa” se ocupó como música para ballet. El ballet revivió un poco en la época de Napoleón, pero la guerra entre Francia e Inglaterra privó a Londres de bailarinas francesas.
Un ballet interesante de esta época fue “La Danzomaine” (1800=, por primera vez fue bailado el vals. El época de la restauración los agentes ingleses hicieron esfuerzos por conseguir que artistas francesas volvieran a Londres y esto tuvo éxito; su presentación marca el comienzo de la edad de oro del ballet en Inglaterra. El ballet comenzó a superar a la ópera en popularidad. Volviendo a Francia podemos decir que los siglos XVII y XVIII disponía de un ballet espléndidamente organizado, poseía dos siglos de experiencia y había producido innumerables ballets y numerosos artistas y maestros de genio, pero al entrar el siglo XIX Francia entra en un estado de decadencia. Obligando a los mejores maestros de baile y coreografía a abandonar su país dispersándose y yendo la mayoría a Rusia, donde empieza a formarse paulatinamente el futuro centro mundial del ballet.
Con excepción de algunos bailarines de mérito, no produce figuras de gran relieve. La mayoría que actuaban eran extranjeros. Debe notarse también el procedimiento de las estrellas femeninas en el ballet, reservándose al sexo fuerte el papel poco decoroso de acompañantes, ayudantes, sostenes, pedestales vivos para las bailarinas. Esta anulación del bailarín dura hasta que Fokine y Nijinsky lo restablecen en toda su gloria.
Es importante destacar que los compositores franceses prestan ayuda al ballet, escribiendo música para ellos. Uno de los principales es Delibes (Coppelia y Sylvia), Debussy (La siesta de un fauno).
CARLOS LUIS DIDELOT: Fue gran maestro de baile y eminente coreógrafo francés. Nació en Estocolmo (Suecia), estudió con Dauberval y Vestris, presentándose en Londres y París, y después fue como maestro a Rusia.
Didelot era flaco, nariz muy larga de color rojo, parecía una caricatura (desfigurado por la viruela) pero bailaba muy bien. Creó muchísimos ballets y preparó muchísimos alumnos de los que gran parte llegó a ser célebres: Danilova, Isiomina, Vera Lubina, Teleschiva, Novexkaya, Icomina, etc.
JULIO JOSE PERROT: Nació en Lyon. Poseía una musculatura atlética, un temperamento de fuego, una extraordinaria elevación, se llamaba “el éreo”. Se casó con Carlota Grisi, también bailarina. Sus mejores ballets fueron: “Esmeralda”, “Catherina”, “Fausto”.
Se puede decir que Perrot era un virtuoso de la danza, un excelente coreógrafo y maestro del baile.
LUIS DUPONT: Nació en París. La historia dice que fue uno de los bailarines meojores que tuvo Francia. El ejemplo de Dupont nos muestra las ganancias enormes de los artístas de ballet en esta época. Fue contratado en Rusia por 100000 rubros anuales y además 1200 por cada presentación. Un rubro equivalía a un dólar. Había empleados de gobierno que ganaban 300 rubros por año. Puede con esto hacerse una comparación. Una anécdota ocurrió en ocasión en que la emperatriz Catalina la Grande de Rusia dio a un maestro de baile francés mucho más sueldo de lo que ganaban los Mariscales de Rusia, contestó el maestro: “entonces vuestra majestad tendrá que ordenar que bailen sus mariscales”.
CARLOS V. DE SAINT LEON: (1815) compuso gran cantidad de ballets para La Opera de París, además era un buen bailarín y violinista. Casado con la bailarina Fanny Cerrito. Sus mejores años en Rusia fueron como primer maestro de baile, después fue reemplazado por Marius Petisa.
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